30 de junio de 2012

Exposicion Tipos Infames


¿Qué haces este miércoles?
Te invito el próximo miércoles 4 a las 8:30 a mi exposición de pintura: A tu Vera. Será en la planta baja de la librería Tipos Infamesque está en la calle San Joaquín, 3, Madrid (metro Tribunal).
Si vienes tomaremos unos vinos y habrá una espontánea lectura de poemas.
Si por desgracia no puedes venir... puedes pasarte cualquier día de lunes a sábado de 11 a 15 y de 17 a 22:30 durante todo el mes de julio!!!

Rebeca

22 de marzo de 2012

Ali y Nino


Ocurre un extraño fenómeno con los lugares. Hay espacios (me refiero concretamente a ciudades, países) que de repente  aparecen en nuestras vidas. Y a partir de ese momento es como una especie de champiñón que brota rápido y en varias semanas se extiende por todas partes. La primera vez que me ocurrió fue con Malta. Un amigo hizo su Erasmus allí, ese país me era completamente indiferente pero,  a partir de entonces, me pasó que caminaba por la calle y veía carteles de cerveza malta o encendía la televisión y justo echaban un documental sobre la isla. Me ha ocurrido más veces pero esta última ha sido muy interesante. Ha aparecido en mi vida un país que se llama… Azerbaiyán (!) (tengo dificultades hasta para escribir su nombre). Sin embargo,  desde hace unos meses la ciudad de Bakú tiene muchísimo sentido para mí. Es más, cada vez que me encuentro con ella (por ejemplo, ayer descubrí que este año se celebra allí Eurovisión) hay un pequeño diálogo entre ella y yo: un guiño insostenible, una sonrisa cómplice pero invisible. Y no es que haya estado en Bakú, ni que vaya a viajar allí, ni siquiera he visto fotografías (bueno, Wikipedia sí) simplemente  he conocido a una persona que nació allí.


Por eso, cuando el otro día fui a una librería en busca de un libro que llenara mis lánguidas noches de invierno tuve un momento de ilusión al encontrar un libro que se vendía con la siguiente frase: “El libro más importante de la literatura de  Azerbaiyán. Un Romeo y Julieta ambientado en Asia a principios del siglo XX.” Hace seis meses  me hubiera  preguntado al verlo :¿quién demonios comprará estos libros? Y seis meses más tarde estaba casi levitando de alegría por poder tener al alcance de la mano un libro que recogía en una historia  la cultura de un país.


El libro se llama Ali y Nino, fue escrito en 1936. La ciudad de Bakú brilla (me ha sonreído muchas veces), es un libro romántico pero sabio, bien escrito, un hechizo breve.  Dadas las circunstancias geográficas, políticas y culturales, al leerlo me he planteado muchas cosas que normalmente no me suelo plantear como: ¿Qué es Asia y qué  es Europa? ¿Qué implica pertenecer a un continente u otro? (Claro, la respuesta no es  tontería) . A través de una historia de amor narra los conflictos del país. También habla de la convivencia entre religiones, y me ha parecido completamente actual. No han pasado los años en ese sentido.  No se sabe bien quién es el autor. Hay dos posibles, uno de ellos murió en un campo de concentración, aunque yo creo que es el otro. Este libro es una piedra arenosa, (de color mostaza) en el desierto (inmenso) de la historia. Me gusta subrayar los libros, en este solo he subrayado una frase : “Yo también aprecio a Alí Kan, pero es un bárbaro, atrapado eternamente en el hechizo del desierto”.

28 de febrero de 2012

Imagenes Rob Ryan

Esta imagen me sugiere varias cosas.
1 Sencillez en la idea.
2 Poesía pero¿de dónde procede? ¿de las hojas azules cayendo de los arboles? ¿del trazo infantil? ¿de los columpios vacíos? ¿del hombre que camina sin saber?
3 La repetición de la frase: “I walked and I thought” crea movimiento y casi tengo la impresión de ver una película.
Esta presenta un mundo idílico de amor... ¿irreal?
Pequeño vídeo sobre su trabajo:
Rob Ryan from Anna Templeton on Vimeo.

22 de febrero de 2012

Métro, boulot, dodo


Tengo que decir que una de las razones por las que decidí reavivar este blog, que llevaba varios años en un estado de completo abandono,  es porque no puede ser que a veces no sepamos nada de la gente a la que queremos (últimamente estoy un poco ñoña, prueba de ello es el diseño  del blog).
Cuando estaba en Sudáfrica era muy sencillo porque caminaba con leones y acariciaba hipopótamos  pero ahora me enfrento a otra situación que consiste en cumplir otro pequeño reto. Es decir, secretamente me había propuesto (además de dar señales de vida) buscar la belleza en mi realidad cotidiana. Y a veces, para eso hay que hacer un esfuerzo. Reconozco que ahora, en medio de esta mini rutina diaria de trabajar-comer-dormir me cuesta encontrar algo destacable.


Pero hagamos el esfuerzo:

1.Hoy un hombre atractivo, extranjero y extraño me ha mirado fijamente durante un minuto en un paso de cebra. Su mirada me ha dejado impactada un buen rato.

2. he entrado en una librería de Madrid y he hojeado libros mientras escuchaba la conversación de los dos libreros. Ambos citaron a Homer Simpson. Primera frase: “¿Para que lo voy a hacer yo si lo puede hacer otro?” segunda frase: “no, si está a más de diez metros”

3. Me he puesto seriamente a escribir.  He tenido que quitar telarañas.

13 de febrero de 2012

Marrón de chocolate


Ayer por la noche me aventuré a hacer un brownie de chocolate. La noche era fría y nítida, la luna menguaba con cierta indiferencia y pensé que era un buen momento para hacer esa mezcla entre pastel y galleta. Es curioso porque los ingredientes son muy básicos (huevos, mantequilla, azucar, harina y chocolate) pero la elaboración es algo compleja.  Por lo visto, una dama  americana mandó hacer una cena que iba a estar coronada con un delicioso bizcocho, pero ¡ay! el cocinero olvidó echar levadura y el resultado fue lo que hoy conocemos como Brownie. El nombre del pastel recién inventado pasó a ser brownie que viene de brown, marrón. En este caso, conocer la etimología de la palabra quita bastante glamour al asunto.  Otra cosa que también es mejor no saber es la cantidad de mantequilla que lleva. El resultado... ¡¡espectacular!!

8 de febrero de 2012

Lágrimas de cocodrilo


Este cocodrilo nació en 1904 y vive en un estanque de Sudáfrica.

2 de febrero de 2012

Papel pintado

Pintar una casa no es lo mismo que pintar un cuadro. Aunque para mí pintar las paredes es algo simbólico. Cambiar el color de una habitación es una forma de empezar de nuevo y de vez en cuando me permito ese lujo.  Es algo que me gusta hacer aunque es muy cansado -y sucio-. Parece que si pintas las paredes, todo se ve de otra forma, adquieres una nueva perspectiva de ti mismo y del espacio que te rodea. A veces un lugar frío se convierte en cálido y viceversa. Es un juego de color que crea sentimientos y estados de ánimo.  Estos últimos años  he descubierto los papeles pintados y me encantan porque son una fuente infinita de creatividad porque inventan espacios, convierten algo neutro en algo simpático o serio o retro o infantil o lo que sea. He tomado algunas fotos en internet para poner ejemplos (mis disculpas a los autores de las fotografías porque no recuerdo las páginas de donde las he tomado).
Podemos vivir en la ciudad y sentirnos como en un jardín:
Podemos vivir lejos del mar y dormir entre peces:
Podemos convertir el salón en un concepto filosófico:
Podemos haber olvidado el sonido de los pájaros y sin embargo, tenerlos volando en casa:
También podemos soñar con flamencos desde una silla:

Ese juego de sugerencia e imaginación es gracias al papel pintado.
Lo ideal es colocar papel pintado en una sola pared para que no resulte asfixiante. Pero es muy difícil de colocar. Yo, estos días he puesto un papel  de color vanilla suave con pequeños lunares blancos. En realidad apenas se percibe en la foto porque creo que mi cámara  está un poco viejita.
ANTES
AHORA

25 de enero de 2012

Parcela intocable

He incorporado a mi vida estas dos plantas.



Estos son mis dos últimos cuadros. Son grandes, miden más de un metro, aunque en la foto no se percibe bien.

 
Este segundo se llama "El amor que no muere". Comprendo que el título puede parecer un estereotipo pero tiene su razón de ser. Hay personas que estuvieron y ya no están. Al pintar este cuadro he vivido una experiencia: he recordado a una persona de mi pasado. (El verbo "re-cordar" significa etimológicamente: volver a pasar por el corazón). Esa persona pasó, podemos decir que murió. Sin embargo, hay un lugar en mi interior en el que esa persona sigue estando (ese lugar a veces pica). Es un espacio que yo llamaría "parcela intocable". Con el tiempo se ha convertido en un espacio íntimo y precioso, pero en otras épocas fue un lugar doloroso. Pensar en esas personas amadas (que ya no están) para mí es como escribir una carta en silencio, una carta que difícilmente podré enviar y eso es lo que he hecho en este cuadro. Los sentimientos siguen vivos, son distintos pero son más nobles, se han evaporado las miserias y ahora es como una plantita mágica escondida en algún lugar recóndito del jardín, que vive sin agua, sin nosotros pero en nosotros.  Eso me ha hecho pensar en los celos. No se deja de querer a otras personas por haber querido en el pasado. Hay un sitio inmenso para todos.




21 de enero de 2012

Coser un jardín

Me he comprado una máquina de coser y estoy intentando aprender por mi cuenta. Me resulta complicado porque solo tengo el manual de instrucciones, pero bueno, yo lo intento. Me pongo pequeños retos que quedan graciosos pero imperfectos.  
He logrado acabar uno de ellos, un vestidito que he llamado El jardín de mi vida.




16 de enero de 2012

Caminar con leones

Yo pensaba que para tratar con bestias había que ser  fuerte como un domador.
Pero hay algunas fieras...


que se dejan acariciar

Y di un lindo paseo con los leones:

13 de enero de 2012

Un hipopótamo en casa

Una de las cosas que más me han emocionado de Sudáfrica ha sido visitar a esta  curiosa familia que sale en las noticias.


En realidad buscábamos un precioso restaurante que hay a la sombra de un Baobab, pero vimos un cartel  que anunciaba la presencia de un hipopótamo que se podía tocar y entramos en la casa sin saber muy bien. El lugar es un paraíso, no por su riqueza -es bastante austero- sino por las emotivas vidas que allí residen. Una pareja rodeada de dinámicos pig-bulls (uno de ellos dormía sobre la mesa de la terraza) nos dijo que nos sentaramos (en la mesa de la terraza) y nos pusieron un video (similar al que he colgado). Ella  tenía los labios pintados y observaba el video fumando en silencio, con todos mis respetos, era como un personaje de Zola, una mujer que podríamos encontrar bebiendo en cualquier bar europeo, sin embargo tenía grandeza en su vulgaridad.  Ambos estaban orgullosos de haber salido en la tele y él, un cazador, hacía bromas mientras lo veíamos. Los hipopótamos son los animales más peligrosos de África, (los que más muertes humanas causan), dicen que son muy inteligentes. Por lo visto el padre de la criatura era un asesino profesional de hipopótamos que se ha convertido en el mayor defensor de estos animales. Ahora la pareja se baña en el río con Jessica, nadan juntos y no tienen miedo de los cocodrilos. Jessica cuida de ellos. En mi opinión, Jessica cree que es un ser humano y eso se nota en las pocas fotos que hice (yo diría que hasta se parece a su padre), comprende el Africaans y responde a más de 70 frases.
Aquí se puede ver a Jessica tranquilamente en el agua:

Jessica acercándose al escuchar la llamada de su padre:

Jessica saliendo del agua al vernos
Dando de comer a Jessica
Dando un masaje con los pies a Jessica

También pude darle un besito en el morro: tenía unos pelos duros como cables de plástico que hacían cosquillas. He de reconocerque ese beso me llegó al alma. Y me dio mucha pena irme y dejar su cuerpecillo pesado allí, en el agua. Esas aguas que siempre pasan y filtran humildemente el futuro de la humanidad.

12 de enero de 2012

Elefantes

Hay lugares en los que esta señal no es una broma
...

Hemos visto elefantes muy de cerca. Había un bebé elefante muy majo. (Era emocionante aunque daba bastante respeto) El chico que hace fotos trabaja para la National Geographic.


5 de enero de 2012

Safari

Estoy en el parque Nacional Kruger.
Duermo en una cabana con tejado de paja, esta manana me ha despertado una alegre ardilla que se habia colado por un hueco, me he asustado, he pegado un grito y se ha marchado corriendo, pero de vez en cuando volvia a asomar la cabeza.
Hay todo tipo de animales, desde la cabana se pueden oir los rugidos de los leones.

Esta manana hemos podido acariciar a este precioso gatito
Y aparecio un inesperado amigo
Tambien hay elefantes y rinocerontes pero todavia no los he visto

27 de diciembre de 2011

Días de lluvia en el paraíso



Ya estamos en la ciudad de Durban. Estos días hemos ido a cenar a varios restaurantes y he de decir que no sé si será casualidad pero tengo la impresión de que en Sudáfrica se come muy bien. Reconozco que no nos hemos movido demasiado por restaurantes callejeros del país sino por zonas relativamente turísticas y centros comerciales. En los restaurantes que he ido hasta ahora creo que cualquier plato elegido al azar está delicioso (suele ser mi forma de elegirlos). Si bien, hay que reconocer que es una comida sin identidad propia, no hay platos realmente típicos, sino una mezcla de todas las culturas culinarias: italiana, india, inglesa, americana, mexicana. Es una comida muy generosa, te sirven mucho en platos enormes, creo que todas las veces que he cenado he salido del restaurante resoplando y diciendo que al día siguiente no iba a comer. Por eso no me sorprende que muchos sudafricanos sean obesos, ya que aquí la gente se mueve mucho en coche.

En Sudáfrica se produce vino. He tratado de probar varios y no tienen nada que envidiar a los europeos. Pero también -en algunos lugares- es sorprendente la forma de servirlo, en realidad estamos acostumbrados a ciertos rituales europeos que en el caso del vino denotan mucho refinamiento. Aquí algunos camareros no están demasiado familiarizados a él y al ver como lo trataban me parecía una especie de sacrilegio. Es así como realmente me he dado cuenta de que el vino es algo cultural. Aunque suena a anuncio publicitario, abrir una botella de vino convierte un momento cotidiano en algo especial. Es una mini fiesta. Mismamente el sacacorchos es un instrumento que, bien mirado, es rarísimo; luego está el fascinante sonido que se produce al abrir la botella y servirlo en las copas, brindar. Brindar... ese pequeño acto cotidiano: ¡salud! ¡por nosotros! Como una estrella fugaz, la bebida también nos permite pedir deseos y soñar con una vida mejor.
(pingüinos sudafricanos)
Durban tiene una playa enorme junto a la que han hecho un paseo marítimo, que tampoco tiene nada que envidiar a los paseos marítimos que he visto hasta ahora. Al fondo del paseo hay un restaurante donde he ido a cenar. El restaurante es de lujo pero para el bolsillo español es asequible. El lugar pretende recrear la experiencia de Africa. Por eso los camareros van medio disfrazados y hay música africana en directo con músicos que tocan tambores mientras se pasean por las mesas. Ofrecen una tinaja con agua calentita y olorosa para que te laves las manos y después, mientras se hace la comida, traen una especie de tortita con semillas que puedes mojar en aceite y también te pintan un tatuaje en la cara. Pedí esto de comer:


La noche de Navidad cenamos en un barco fantasma, fue algo extraño (por ser el día de nochebuena) pero interesante. Es un barco real que han habilitado y se ha convertido en un restaurante y en un fabuloso acuario donde hay peces impresionantes.

(foto del barco donde cenamos)
Junto a ese barco hay un recinto que recrea el ecosistema marítimo sudafricano, yo entré sin saber que dentro había espectáculos con focas y delfines, paseos en colchoneta por un romántico canal y toboganes que te escupen en piscinas. Lo aprendí como mejor se aprenden las cosas, sobre la marcha. Luego, en biquini y pareo improvisado, visitamos el acuario. Digo lo del bañador porque aquí hay una mezcla de culturas y era chocante encontrarse con mujeres con burka estando una en dichas circunstancias.

Bueno, pero no todo es maravilloso. Hoy ha sido un día horrible. A mí me gusta desayunar y hoy al despertarme he ido rápidamente al bufet que ofrece todas las mañanas nuestro espléndido hotel.

Normalmente tomo un café con frutas, un zumo, una tostada con mantequilla y mermelada. Pero hoy que ha subido la temperatura, me he tirado inconscientemente a la piscina y me he servido una ronda del desayuno típico sudafricano con huevos, alubias, salchichas picantes, tomates rojos fritos y champiñones. Hoy es un día festivo y todos los sudafricanos descansan con lo que el paseo marítimo y la playa estaban petados. Además, ese calor perfectamente aceptable, ha pasado a ser un calor soporífero medianamente insoportable. Pues bien, fuimos a un centro comercial (que sí estaba abierto) que era enorme, tenía aire acondicionado, olas artificiales para hacer surf y miles de tiendas. Mientras caminaba por esa superficie interminable buscando un banco donde cambiar 100 euros noté un leve dolor de estomago que ignoré mientras la euforia de comprar vestidos me invadía. Al salir del centro comercial el calor era tórrido y húmedo, decidimos ir a la playa. Para llegar a la playa tuvimos que pasar la penuria de un eterno atasco con esos coches con cajón donde se aireaban felizmente algunas familias africanas. Digo penuria porque en todo ese trayecto me estaba meando. Finalmente llegamos a la playa de Durban donde por unos minutos estuve observando como un salvavidas aceleraba por la orilla en su moto acuática indicando a la gente que solo se podía bañar en la milimétrica franja donde cientos de hormigas sorteaban las violentas olas bajo la supervisión de otro salvavidas. Es ahí cuando empezó la pesadilla. Porque en medio de ese tumulto caluroso y vacacional de negritos sentí un extraño retortijón, hasta ahora intensamente desconocido. Había logrado hacer pipi en un baño donde sudaban hasta los espejos y pensaba que por fin era la hora de descansar y relajarse. Pero no. La cosa no había hecho más que empezar. Ignoré varios retortijones más hasta que pensé que si seguía así tendrían que llevarme al hospital y sugerí la idea de volver al hotel. Pero estaba muy mal, me aventuré a ir al baño con un dolor increíble pero había una cola larga y sucia, todo ese paisaje veraniego y festivo se convirtió en uno de los lugares más angustiosos de mi vida, una marabunta de rostros y cuerpos pringosos, un bombardeo de familias con niños pesados, un calor espeso, asfixiante. Encontré otro baño donde estuve un rato pero el dolor era muy fuerte, yo pensaba que me iban a tener que llevar en camilla porque era intensísimo,  lloré de dolor, la gente me miraba. Volvimos en coche a toda velocidad zigzaguenado por las calles de Durban y para colmo al llegar al hotel la puerta de mi habitación no funcionaba, por suerte había una empleada al fondo del pasillo limpiando un baño que me dio una llave especial para abrirla.  El final de la historia prefiero no contarlo por razones evidentes. En tres horas me recuperé, ahora estoy muy bien, no tengo nada y todo se ha solucionado con relativa normalidad.
Esta mañana al salir del hotel sonaba en la radio del coche una canción en inglés que me pareció simple y curiosa y quise apuntarla, decía: hay días de lluvia en el paraíso. Estuve un rato pensando en ella e imaginé que la olvidaría como olvido tantas miles de cosas, pero ahora, al escribir sobre esto, me ha venido a la mente.

24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad

Deseo un aullido de cena.
Envío un saludo.

22 de diciembre de 2011

Sonidos de Sudáfrica



(Puente que une la playa con el hotel)

Estos días estoy yendo a la playa. Ayer estuve tres horas, con factor 50 y me quemé por algunas zonas por donde no me eché bien crema. Como hoy no quería tomar el sol he recogido conchas de nácar en la orilla con las que pienso hacer anillos. He intentado hacerles una foto pero es imposible, mi cámara no capta los bellos reflejos que tienen.

Al fondo se ven los rascacielos de la ciudad de Durban, a la que todavía no he podido ir. Esta zona está muy protegida, hay muchísimo control, para ir a la playa te dan un carné. La playa es inmensa pero por seguridad el espacio de baño está limitado a unos ridículos metros. Las olas rompen muy fuerte, producen un sonido agresivo que me inspira respeto, chocan enérgicamente contra la arena y la resaca es fuertísima, te lleva con esa aspiración absorbente que hace que te hundas en la arena. Tal vez sea un poco triste lo que voy a decir, pero ayer, cuando observaba las olas, tuve la sensación de que estaban machadas de sangre, por supuesto que era una sangre imaginaria. Pero es que la injusticia y la diferencia racial entre blancos y negros todavía es llamativamente abismal.


El inglés es un idioma oficial (creo que hay nueve idiomas oficiales). La sociedad de aquí se divide en tres grupos: blancos descendientes de los colonos holandeses que hablan afrikaans, negros nativos del país que hablan zulú -y otros idiomas africanos-, e indios que hablan inglés (creo) y también tienen la piel oscura pero con rasgos diferentes. Los negros limpian, sirven, ofrecen bebidas por la playa. Los blancos toman el sol y compran sombreros. La miseria se intuye, aunque está muy lejos de este hotel, por ejemplo, me sorprendió en la televisión la “relativa” naturalidad con la que hablaban de la violación entre propios miembros de familias africanas.
Ayer por la noche me quedé enganchada a un programa de la televisión zulú que estaba subtitulado en inglés. Hablaban de familias rotas por desapariciones y trataban de ayudar a los familiares a encontrar a sus hijos, padres o hermanos perdidos. Era muy sensacionalista pero también muy revelador de los verdaderos paisajes humanos de este país. 
(Imagen de un cuadro que hay en mi habitación)


También me resultó curioso el supermercado que me encantó por las bandejas de frutas -muy baratas-, mangos, uvas, melones, piñas deliciosas, zumos de todos tipos. Pero al llegar a la caja, hay que armarse de paciencia, qué lentitud. En cada caja había tres mujeres, dos guardaban las cosas en bolsas y otra pasaba los alimentos con el típico lector de código, pero ésta lo hacía como si fuera una complejísima procesadora, y hablaban entre sí en zulú, que saben que nadie lo entiende, eso las aísla y las protege.  Nunca sé lo que dicen cuando hablan entre sí y esa incertidumbre hace que me sienta algo insegura, aquí la dulzura y la amabilidad no sirven de mucho porque son personas que tienen dentro una historia dura y encallecida y hacen su trabajo pero en su actitud se percibe que preferirían no hacerlo.



Esta mañana a las seis de la mañana me ocurrió una cosa maravillosa, me despertó ese tren-metro ruidoso y prehistórico que pasa junto al hotel: hacía un día precioso de verano y estaba amaneciendo, había música, los negros (solo lo usan ellos) que iban al trabajo tenían las puertas de los vagones abiertas, se oían voces masculinas y femeninas de distintos tonos. Estaban cantando maravillosamente, era un coro espontáneo (nada que ver con las canciones de campamento que cantaríamos nosotros en esas circunstancias). Me pareció un puntazo que se pusieran a cantar juntos en un vagón de metro para pasar el rato antes de llegar al trabajo. Lo calificaría como “humano” aunque sé que esta frase ha perdido su sentido, me refiero a esa humanidad que nos define como hombres y que por desgracia a veces añoro tanto en mí misma y en algunos aspectos de la sociedad que me rodea. Al despertarme por esa brevísima canción tan antigua y sagrada me emocioné  y me alegré muchísimo de estar aquí para poder escucharla.

19 de diciembre de 2011

Memorias de Sudáfrica


Ya estoy en Sudáfrica, el viaje ha sido larguísimo, no tanto por el vuelo que son 12 horas sino por cansinos inconvenientes que han ido surgiendo después. Al llegar a Durban, el aeropuerto me ha parecido un centro comercial, un rastafari tocaba la guitarra, las puertas se abrían y todo me ha parecido festivo y alegre. Teníamos la reserva de un coche de alquiler y han tardado tres mil años en dárnoslo. He esperado sentada leyendo La edad del hierro de Coetzee y he avanzado bastante en la lectura. Luego ha sido penoso encontrar el hotel, creo que hemos tardado más de tres horas… digo “hemos” por decir algo, ya que yo no conuducía (los coches se conducen por la izquierda) estaba sentada en la parte trasera del coche a veces medio dormida, escuchando como discutían dos alemanes sobre cómo llegar al hotel (les habían dado mal la dirección). No entendía nada, solo cuando pronunciaban: Ilovo,Ilovo, Ilovo, con su acento alemán. Illovo beach es la zona donde estamos. A mí me ha encantado que nos perdiéramos porque nos hemos metido por una zona donde viven los africanos y era genial. Mujeres colgando la ropa, un grupo de niñas disfrazadas, un mercado y gente sentada en las aceras, hablando en pequeños grupos.
El hotel está junto a la playa, aquí es verano pero también se celebra la Navidad y eso es de lo más chocante.

(no sé ve bien porque es de día pero hay unas luces navideñas: Merry Chrismas, bajo el tórrido sol)

Siempre me he preguntado cómo es el calor de África, porque he oído miles de descripciones y por fin, lo sé. Se parece al calor veraniego de muchas ciudades costeras, debido a la humedad. Es un calor pegajoso que no es desagradable y al que te acostumbras fácilmente. De todos modos en Durban corre mucho el aire y se agradece llevar algo más. El hotel está junto a La playa y está conectado por un puente fantástico (tengo que hacer una foto). Pero lo extraño es que en esos 20 metros entre la playa y el hotel, hay una vía de tren por donde pasan trenes viejos y ruidosos. Lo he estado observando y para abrir las puertas hay que empujar mucho con las dos manos. Creo que es una especie de metro.


Esta mañana me he despertado y he visto el amanecer desde la ventana. Tengo mucho tiempo libre porque mis compañeros alemanes trabajan muchísimas horas.

(Foto desde la habitación del hotel)

Después de desayunar he dado un paseo, en el hotel también se puede hacer camping o alquilar una caravana, creo que por eso hay muchas familias con niños. He visto una libélula roja, cuando ya volvía a la recepción para preguntar si hay  posibilidad de tener internet un rato, he vivido una escena emocionante y breve: un mono gris, bastante grande, de esos que hay en los zoológicos, ha pasado por delante de mis narices y se ha subido a un árbol. Muy fuerte.
Por último, ayer cuando llegamos al hotel, antes de que anocheciera, fuimos a dar un paseo por la playa, yo tenía ganas de saber cómo era el Océano Índico, el agua está caliente pero no es apacible. Pasa lo mismo con el clima, hace sol, pero un sol extraño, no muy convincente. Sé que es muy prematuro decir esto, pero a pesar de ser un país africano con mucho sol y calor hay algo rondando en el aire, algo inhóspito y muy duro,  si trazamos una linea recta por el mar llegamos diretamente a la Antártida, ¿tal vez sea por eso?. Bueno, pues dimos un paseo por la playa hasta que vimos que al fondo había unas cosas que se movían, cosas pequeñas que corrían tras las olas: cangrejos felices. Quise coger uno pero cuando me acerqué cambié de idea, tenían unas pinzas de un tamaño considerable. En la arena vi uno pequeño muy simpático que se dejó fotografiar.


Un saludo y hasta pronto.